La nueva estructura del IRPF pactada en los Presupuestos, que incluye una rebaja del impuesto a las rentas más bajas y cuyo diseño provocará que a los trabajadores con renta inferior al salario medio, se les aplique por cada euro adicional que cobren (fruto de una subida salarial o del pago de horas extras) un tipo marginal efectivo del 62,5%, es decir, un tipo más alto que el de un millonario. Esta anomalía técnica ya existía, pero el cambio fiscal la intensificará, de forma que por cada euro de incremento que cobre el contribuyente de renta baja, su base imponible crecerá en más de dos euros y su marginal se disparará hasta resultar confiscatorio. Pese a que la explicación de esta distorsión esté solo en un problema de técnica legislativa, el cambio convertirá a España, en el único país del mundo desarrollado, en penalizar fiscalmente las subidas de salario o el pago de horas extras en los niveles más bajos de renta.